La integración de la tecnología robótica en nuestra vida cotidiana y en el ámbito laboral es un hecho. Y no es que no existiera, desde mediados del siglo XX se viene imponiendo primero para tareas monótonas y peligrosas y luego en tareas complejas. El giro con el cual se presentan ahora es la colaboración. Los Cobots son robots que adoptan una forma de trabajo colaborativa que, sin suplantar al factor humano, potencian sus habilidades de forma sinérgica.
El desarrollo de los sensores y la inteligencia artificial permiten que los Cobots perciban su entorno y se adapten a los cambios respondiendo a la interacción humana.
Muchas de estas cuestiones son puntos oscuros en nosotros, porque ejemplifican con claridad la diversidad del ser humano, la multiplicidad de reacciones frente a los eventos y la imposibilidad de previsión. Pero los Cobots se han incorporado positivamente ayudando a mejorar la eficiencia y la seguridad en actividades que van desde la salud, el retail y la hotelería, hasta la educación y el trabajo del conocimiento.
Beneficios a la vista: • Aumento de la productividad. Los Cobots pueden asumir tareas rutinarias y repetitivas dejando en manos de los empleados tareas con valor agregado. Esta redistribución aumenta la productividad general, y permite a los empleados ascender en tareas de mayor desempeño. • Reducción de errores. Los robots colaborativos operan con gran precisión y consistencia, siendo muy útiles en la digitalización de documentos y en la gestión de bases de datos. • Flexibilidad y adaptabilidad. Los Cobots pueden ser fácilmente reprogramados y reconfigurados.• Seguridad. Evitan el riesgo de lesiones por movimientos repetitivos o manejo de cargas pesadas.
Gracias a estos beneficios, son muy utilizados para tareas de generación de inventarios y suministros, mensajería y logística interna, atención al cliente y recepción, limpieza y mantenimiento, entre otros. La implementación de los Cobots no está exenta de desafíos que deben ser gestionados adecuadamente para garantizar una integración exitosa y sostenible y un fortalecimiento de la cultura organizacional, tanto en roles como en personal.
Quizá deberíamos cambiar la pregunta Es imposible no aplaudir estos logros en el marco de la salud por ejemplo, o de tareas de seguridad. Pero cuáles son nuestras habilidades? ¿Quién las determina? a quiénes beneficia? Correr la pregunta de lugar permite establecer el desarrollo de la historia desde un enfoque de poder. Y así comprender los factores reales del sistema. ¿Cuáles son las cuestiones en las que los humanos necesitamos de colaboración? ¿Por qué hacerlo si los grandes hallazgos surgen como consecuencia de grandes equivocaciones? El proceso de pensamiento es un proceso extenso e intrincado que es plausible de errores que llevan al aprendizaje. Podemos leer entre líneas que los robots permiten previsión y ordenamiento, dejando de lado la “improvisación” que es tan dificultosa para cualquier desarrollo económico.
Mejorar la vida de los empleados en sus roles es parte de cualquier progreso, pero no hay que dejar de preservar lo más singular como una variable de equipo y un potencial: no todos son capaces de cambiar sus tareas sin un acompañamiento adecuado, no todos son capaces de producir un valor agregado en sus tareas. Por ellos es muy importante no solo conocer las habilidades sino las singularidades, pues cuando un proceso está en marcha, los daños colaterales deben ponerse a resguardo y ser capaces de integrar, sin prejuzgar ni las tareas ni las personas; para no dejar afuera del nuevo sistema a esa masa crítica de personas que con tareas elementales.
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